CONSTELACION FAMILIAR

CONSTELACIÓN FAMILIAR








Las interacciones entre las hermanas y los hermanos en la niñez han sido influencias importantes en el desarrollo de la personalidad. Puesto que otros psicoanalistas han puesto énfasis en las interacciones padre-hijo, y de manera no tan frecuente han considerado las relaciones de hermanos (por ejemplo, Agger, 1988), este énfasis en la constelación familiar (el número, la edad y el sexo de los hermanos) fue una contribución importante y distintiva de Adler. En una tradición de investigación completamente diferente, los que han estudiado el impacto de la genética en la personalidad han observado un curioso hallazgo: los niños que crecen en la misma familia tienden a ser más diferentes el uno del otro que lo que esperaríamos con la pura genética, como si sus interacciones, o quizá su deseo de presentarse a sí mismos como únicos para los demás que conocen a sus hermanos, hicieran que pusieran énfasis en sus diferencias (McCartney, Harris y Bernieri, 1990). Frank Sulloway (1996) teoriza que los niños diferentes en la misma familia desarrollan personalidades divergentes ya que cada niño se esfuerza por competir por la atención de los padres y debe hallar una manera única de hacerlo. Adler no predijo este hallazgo; sin embargo, llamó la atención sobre el papel de las relaciones de los hermanos en el moldeo de la personalidad.

PRIMOGÉNITO 








El primogénito empieza la vida con toda la atención de los padres y este niño es con frecuencia consentido o malcriado. Luego, cuando los otros niños llegan, el mayor debe compartir la atención de los padres con el nuevo bebé. Solamente el niño mayor tiene toda la atención de los padres, de manera que solamente el primogénito siente profundamente la pérdida del amor de los padres, especialmente del materno. Adler (1936/1964, p. 231) describió al niño mayor como “destronado” por la llegada de los niños posteriores y notó, con algo de burla hacia su excolega, que aun Freud adoptó su frase. Para compensar por tener que compartir la madre con el nuevo bebé, el niño mayor puede volverse hacia su padre. O él o ella pueden tomar de alguna manera el “rol paternal”, papel protector (y, no incidentalmente, poderoso) en la relación con los hermanos menores. Los niños mayores pueden añorar el pasado (por ejemplo, el tiempo antes de la competencia) y tienden a sobrevalorar la autoridad y a mantener valores conservadores. Con frecuencia, de acuerdo con Adler, los niños más grandes no resuelven bien el destronamiento. Es probable que se vuelvan “niños problema, neuróticos, criminales, bebedores y pervertidos” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 377). La mayoría de los niños problema, sostiene son primogénitos.


EL NIÑO NACIDO EN SEGUNDO TÉRMINO 








El segundo hijo, viendo la ventaja que el hermano mayor tiene en la vida, puede sentir envidia, experimentar “una nota dominante de ser desestimado, descuidado” (Adler, 1921/1927, p. 127). Esto con frecuencia lo hace ser rebelde, incluso revolucionario. Esta experiencia presenta un reto que puede usualmente ser un resultado exitoso. El hermano mayor sirve como el “marcador del paso”, analogía de Adler con una carrera. Por tanto, el segundo hijo es estimulado a un mayor logro. Observando el paso establecido por el hijo mayor, el segundo hijo no gasta su energía tratando un paso imposible. (En contraste, el primogénito puede cansarse al tratar arduamente, como un corredor de largas distancias sin un marcador del paso.) A diferencia del niño mayor, el segundo hijo siempre tiene que compartir el amor de los padres y por tanto es improbable que sea malcriado. Adler consideró al segundo hijo como el que tiene la posición más favorable. Mientras que la explicación de Adler de esta ventaja puso énfasis en la motivación y la comparación, las ventajas también surgen del aprendizaje. Los niños que tienen hermanos y hermanas mayores comprenden la idea de una “falsa creencia” a una edad más temprana de lo que lo hacen los primogénitos (Ruffman y otros, 1998). Ya sea que desee interpretar esto como el beneficio educacional de jugar “finjamos que” con alguien algo mayor, o una lección autoprotectora aprendida tempranamente para protegerse en contra del fastidio del niño mayor, es una cuestión que Usted pueda desear discutir con sus hermanos, si es que tiene alguno.


EL HIJO MENOR 

A menudo el hijo menor, dijo Adler (1921/1927, p. 123), se vuelve un niño problema. Este niño, como el bebé de la familia, es más probable que crezca en una atmósfera más cálida que la de los niños mayores. Esto implica el riesgo de ser consentido y, como niño malcriado, carecer del incentivo para desarrollar la independencia. Con demasiados “marcadores del paso”, el niño menor puede competir en muchas direcciones, dirigiéndose a una difusión y a un sentido de inferioridad. Es posible lograr el éxito, si encuentra un área del esfuerzo que no haya sido reclamada por otros miembros de la familia. Esto es menos verdadero en las niñas, quienes tienen (al momento del ensayo de Adler) menos oportunidades disponibles (1936/1964, p. 239). Sulloway (1996) tiene la hipótesis de que los científicos que no son primogénitos están predispuestos a la rebelión, lideran las revoluciones en contra de lo establecido, como dos científicos que no fueron primogénitos: Copérnico, quien, en contra de todo el mundo, sostuvo que la Tierra giraba alrededor del sol, y Darwin, quien firmemente desafió la idea de que los humanos estaban completamente separados de los animales.

HIJO ÚNICO

El hijo único nunca compite con los hermanos por la atención. Es probable que este niño sea consentido y ligado excesivamente a la madre, quien es con frecuencia sobreprotectora, de manera que el niño desarrolla el “complejo de madre” (“mamitis”) (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 381). La atención constante de los padres da al niño único un sentido irreal de valor personal.






OTROS ASPECTOS DEL AMBIENTE FAMILIAR 


Además del lugar entre los hermanos, muchos aspectos particulares del ambiente familiar pueden modificar estos resultados. Los niños cuyos talentos son muy diferentes de los de sus hermanos, están en una situación muy diferente de los que compiten directamente. El espacio entre los niños es significativo. Si pasan muchos años entre el nacimiento de varios niños, tendrán todos algunas características de un niño único. El número de niños y niñas también influye en el fomento de la masculinidad o la feminidad en cada niño.





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