ESTILO DE VIDA
Las metas de una persona se dirigen a un estilo de vida único. El estilo de vida empieza como un proceso compensatorio, intentando cubrir una inferioridad particular. Lleva a la consistencia de la personalidad conforme la persona compensa, incluso sobrecompensa, esta inferioridad. Además de la meta, el estilo de vida incluye los conceptos individuales acerca del sí mismo y el mundo y su manera única de esforzarse hacia la meta personal en ese mundo. Algunas personas adoptan estilos antisociales de vida, engañando y buscando agresivamente su propia satisfacción; otros son cooperativos y trabajan arduamente.
PRIMEROS RECUERDOS
El estilo de vida de una persona, de acuerdo con Adler, se establece a la edad de los cuatro o
cinco años. En esto está de acuerdo con Freud acerca de la importancia de la experiencia temprana para determinar la personalidad. Una clave para identificar el estilo de vida es el primer
recuerdo de una persona, el cual, en promedio, data desde los tres años y medio (Mullen,
1994). Pocas personas pueden recordar eventos antes de los tres años y, para mucha gente, nada se recuerda hasta los seis o siete años de edad. Los primeros recuerdos con frecuencia son
erróneos y los adultos parecen confusos sobre lo que verdaderamente recuerdan y lo que se les
ha dicho acerca del pasado (Eacott y Crawley, 1998). Los eventos que ocurren muy temprano
en la vida no se recuerdan años después, aun si los pudieran reportar unas pocas semanas después (como en un estudio sobre la alarma de incendios en una escuela primaria), presumiblemente debido a los cambios en el proceso cognoscitivo (Pillemer, Picariello y Pruett, 1994), o el
autoconcepto (Howe y Courage, 1993), o quizá debido a que el hipocampo, en el cerebro, no
ha madurado lo suficiente como para permitir que se desarrollen los recuerdos permanentes
(Nadel y Zola-Morgan, 1984). Los investigadores pueden evaluar la memoria al observar si un
niño interactúa con objetos de manera diferente, habiendo interactuado con ellos en el pasado,
que cuando el objeto es experimentado por primera vez. Si el comportamiento ha cambiado, por
ejemplo, al hacer movimientos hacia una parte del objeto de juego que en el pasado produjo
eventos interesantes cuando se le manipulaba, existe recuerdo. Empleando este método, los investigadores informan que, aun a la edad de uno o dos años, los niños recuerdan los eventos
en sus vidas durante semanas o incluso meses. Este recuerdo, sin embargo, no está en la forma en
que un niño mayor y los adultos pueden manejar historias narrativas expresadas en palabras, de
manera que no es por lo general accesible a que el adulto lo recuerde (Bauer, 1996). Conforme
los investigadores desarrollan un mejor entendimiento de los sistemas de la memoria, expandiendo lo que ya conocían acerca de la distinción entre la memoria de los eventos (memoria
episódica) y la memoria que está estrechamente ligada al lenguaje (memoria semántica), vemos que los recuerdos de la niñez son selectivos (Wheeler, Stuss y Tulving, 1997).
El primer recuerdo permanece ya que la persona lo ha pensado repetidamente a lo largo de
los años y captura lo que ha sido subjetivamente importante para ella. La clave para la importancia de este primer recuerdo no son los hechos objetivos recordados sino la importancia psicológica de la memoria temprana del individuo. Los investigadores sugieren que los primeros
recuerdos están influidos por hablar con adultos acerca de los eventos. Esto ocurre más a menudo con los primogénitos y con las niñas, lo que hace que sus primeros recuerdos se den más
temprano (Mullen, 1994). Mary Mullen también informa que los caucásicos reportan en dio más recuerdos tempranos que los asiáticos, interpretando esta diferencia como el resultado
de un mayor énfasis en la individualidad de la cultura occidental que en la de la asiática. La investigación apoya esta diferencia cultural más directamente al pedirles a niños y niñas de cuatro a seis años de China, Corea y Estados Unidos que hablen de sus vidas. En comparación con
los países asiáticos, los niños estadounidenses se mencionan a sí mismos y a sus sentimientos
con más frecuencia en estos recuerdos (Han, Leichtman y Wang, 1998).
Adler consideró los informes de pacientes de eventos tempranos increíbles, tales como los
recuerdos de su nacimiento y cuidado materno en la infancia temprana, como sospechosos pero psicológicamente reveladores. Adler mismo reportó un recuerdo temprano erróneo. Recordó que, cuando era niño, corría a través del cementerio para superar su miedo a la muerte. El
recuerdo debe haber sido impreciso, pues no había un cementerio en el lugar que él describe.
Sin embargo, el recuerdo falso es una pista importante para los esfuerzos propios de Adler por
superar la muerte (Bruhn, 1992a; Monte, 1980).
Adler dijo que los “recuerdos representan la ‘Historia de mi vida’ de una persona; una historia que se repite a sí misma para advertirle o confortarla, para mantenerla centrada en su meta
y para prepararla mediante las experiencias pasadas, de manera que se encuentre en el futuro
con un estilo de acción ya probado” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 351). Los recuerdos son
la clave de un estilo de vida. Los recuerdos de accidentes pueden sugerir un estilo de vida basado en evitar el peligro. Los recuerdos de nuestra madre pueden sugerir temas que tienen que
ver con su cuidado o la carencia de éste. Los recuerdos del primer día de clases pueden sugerir
“la gran impresión producida por las nuevas situaciones” (p. 354).
Adler dijo que siempre incluiría preguntas de los primeros recuerdos en un análisis de personalidad. La gente está dispuesta a informarlos ya que no se da cuenta de cuánto le revelan a
un psicólogo. Cualquier recuerdo temprano, aun si no son los primeros recuerdos, son pistas
valiosas del estilo único de vida de una persona.
Los recuerdos tempranos son constantemente evaluados en la terapia adleriana y son útiles
con los pacientes de todas las edades, incluyendo los ancianos (Sweeny y Myers, 1986). Arnold
Bruhn (1992a) desarrolló un método para interpretar los recuerdos tempranos estableciendo
brevemente la estructura esencial del recuerdo, por tanto reestableciendo los recuerdos particulares de una forma general para resaltar sus significados para nuestra vida actual. Por ejemplo, un recuerdo de huir de sus compañeros de juego después de caer de alguno de los juegos
del parque es declarado de manera más general: “Cuando encuentro dificultades con una tarea de
logro... me retiro” (Bruhn, 1992b, p. 327). Los pacientes psiquiátricos (todos hombres) que habían
cometido crímenes reportaron más recuerdos tempranos de abuso y agresión que los pacientes psiquiátricos no peligrosos. Los que recordaron un abuso psicológico temprano eran 14 veces
más proclives a estar en un grupo peligroso que en un grupo no peligroso (Tobey y Bruhn, 1992).
Los recuerdos tempranos están significativamente relacionados con el interés vocacional y la
elección vocacional (Elliott, Amerikaner y Swank, 1987), con la delincuencia (Davidow y
Bruhn, 1990) y criminalidad (Hankoff, 1987), y la depresión (Acklin, Sauer, Alexander y Dugoni, 1989; Allers, White y Hornbuckle, 1990). Las correlaciones con varias escalas clínicas —incluidos el inventario multifásico de la personalidad de Minnesota (MMPI, por sus siglas en
inglés) y la lista de verificación de síntomas 90, revisada, confirman la hipótesis de que los recuerdos tempranos expresan “paradigmas de relación” y por tanto pueden reflejar ajuste o desajuste (Acklin, Bibb, Boyer y Jain, 1991).
ESTILO DE VIDA ERRADOS Y SANOS
El estilo de vida de una persona es único. A Adler no le gustaba la práctica de presentar tipologías ya que ignoraban la singularidad de cada individuo. Para propósitos de la enseñanza, sin
embargo, describió cuatro tipos diferentes (Adler, 1935/1982a), incluidos tres estilos de vida
“errados” (o enfermos) y uno que era el recomendado. Su intento no fue clasificar a la gente sino hacer más fácil la comprensión de este concepto; por tanto, deberíamos darnos cuenta que estas categorías son solamente indicaciones burdas de los muchos estilos de vida que la
gente adopta.
ESTILOS DE VIDA ERRADOS
No todos los estilos de vida son igualmente deseables. A veces, temprano en la vida, la gente
desarrolla estrategias para mejorar sus situaciones que son, en el largo plazo, adaptativamente malas. Por ejemplo, un niño puede volverse sobredependiente de sus padres o superrebelde. Adler se refirió a éstos como “estilos de vida errados”. Hizo una lista de varios tipos, los que
examinaremos aquí.
TIPO GOBERNANTE
Los tipos gobernante buscan dominar a los demás. Pueden confrontar activamente los problemas de la vida de una manera egoísta, volverse “delincuentes, tiranos, sádicos” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 168). Adler (1998) describió, por ejemplo, a una niña
de escuela que actuó sarcásticamente y de manera arrogante hacia sus compañeros, buscando
satisfacción en ello, ya que era incapaz de hacer su tarea. O, si son menos activos, los tipos gobernante pueden atacar a otros de manera indirecta a través del suicidio, la adicción a las drogas
o al alcoholismo, de acuerdo con Adler. No toda la gente de este tipo es despreciable. Algunos,
con talento y arduo trabajo, tienen grandes logros, pero son vacíos y supercompetitivos. Pueden expresar su sentido de la superioridad sobre los demás al hacerlos menos, una tendencia
que Adler (1921/1927, p. 161) llamó el complejo despreciativo.
Tipo de quien consigue
Los tipos de quien consigue se apoyan en los demás. Son dependientes. Adoptan una actitud pasiva en lugar de activa hacia la vida y pueden volverse depresivos. Adler dijo que las mujeres y los niños consentidos están sujetos a presiones ambientales
que alientan este estilo neurótico, pero es siempre la opción del individuo, en lugar de las circunstancias externas, lo que determina el estilo de vida.
Tipo evasivo.
Los tipos evasivo
no tratan de manejar los problemas, por tanto evitan la posibilidad de la derrota. La agorafobia, un temor irracional que confina a la gente en sus casas, es
una forma de este estilo mal adaptado de vida. Los tipos evasivo tienden a estar aislados y pueden parecerles a los demás como fríos. Esta apariencia externa esconde una fundamental, pero
frágil, creencia de superioridad. Todas las clases, grupos religiosos y naciones pueden adoptar
este estilo, el cual obstaculiza el progreso de la civilización (Adler, 1921/1927, p. 186).
EL ESTILO SANO DE VIDA: EL TIPO SOCIALMENTE ÚTIL
Si el estilo de vida es adaptativo, Adler se refirió a él como el tipo socialmente útil. Para ser
caracterizado así, una persona debe actuar de formas benéficas para los demás. Esto no necesariamente implica productividad económica o actos considerados por lo general altruistas. Adler
incluyó a los artistas y poetas como gente que “sirve a una función social más que a nadie. Nos
han enseñado cómo ver, cómo pensar y cómo sentir” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 153).
Esta gente tiene un sentido bien desarrollado de “interés social”, el cual se describe en una sección
posterior de este capítulo. Además, tiene un sentido del control interno (Minton, 1968), una actitud que es especialmente importante en las teorías del aprendizaje social cognoscitivo de Rotter,
Mischel y Bandura.
La investigación longitudinal confirma el pronóstico de Adler de que el estilo de vida es consistente desde la niñez hasta la adultez (Pulkkinen, 1992). La identificación del estilo de vida en
la niñez es particularmente importante debido a que la intervención puede prevenir patrones
no deseables de resistirse al cambio (Ansbacher, 1988).
No hay comentarios:
Publicar un comentario