ESFUERZO DESDE LA INFERIORIDAD

ESFUERZO DESDE LA INFERIORIDAD HACIA LA SUPERIORIDAD

El motivo fundamental de la teoría de Adler es el esfuerzo sin fin para moverse a una mejor manera de vivir. La lucha toma diferentes formas para diferentes personas y parece imposible para algunos, los que se resignan a la derrota. Inferioridad Casi todo mundo ha oído el término complejo de inferioridad, el cual describe el ser embargado por un sentimiento de carencia de valor. Este concepto fue desarrollado y popularizado por Alfred Adler, aunque él pudiera no haber originado este término en particular (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 256). Para Adler, la motivación básica humana es esforzarse “desde una situación sentida como menor, hacia una situación mayor, de un sentimiento de inferioridad hacia la superioridad, perfección, totalidad” (p. 1). Éste es un proceso disparado por la insatisfacción de lo “sentido como menor”.

 LAS IDEAS EVOLUTIVAS DE ADLER ACERCA DEL ESFUERZO POR MEJORAR


¿Qué es este “sentimiento de menos”? Toda la gente empieza la vida como lactante. Se sienten inferiores y desamparados debido a que su supervivencia depende de los demás. Con el desarrollo, el sentido de cada persona de lo que es negativo y lo que podría ser más positivo emerge de una manera única y personal. La terminología de Adler cambió conforme él desarrollaba su teoría con los años, aferrándose a entender este proceso. Estas cinco etapas del pensamiento de Adler son más o menos sinónimas, conforme se esforzaba por describir el desarrollo de la personalidad con más precisión, culminando en su descripción final: esfuerzo por lograr la perfección.

LA INFERIORIDAD DEL ORGANO.

Al principio, influido por su práctica médica, Adler (1923/1929) se refirió a la inferioridad del órgano como la fuente del sentimiento de menos. Las inferioridades heredades intensifican “el sentir normal de la debilidad y la impotencia” que todos los niños experimentan (p. 18). Una persona con extremidades débiles (como Adler mismo, que había sufrido de raquitismo) considera a sus piernas como inferiores. Un niño con problemas de audición se sentiría inferior en capacidad auditiva. La pubertad tardía puede también ser una fuente de este sentido de inferioridad del órgano, llevando a la noción de que uno siempre permanecerá como niño (1921/1927, p. 72). Es la experiencia subjetiva la que es importante al determinar el sentido de inferioridad. El lactante hace las comparaciones con otros niños y las demandas de su mundo social. La socialización severa y las demandas ambientales pueden producir un sentimiento de inferioridad que podría evitarse, dada la misma condición física, en un ambiente más benigno. El órgano débil puede convertirse en la base de un desajuste neurótico, en el cual la persona explota la deficiencia física como una excusa para evitar las tareas de la vida. Los niños físicamente discapacitados enfrentan este peligro psicológico. Se requiere de un padre o un maestro con habilidades particulares, como Anne Sullivan (la maestra inspiradora de Helen Keller), para ayudar a ese niño a vivir con más valentía. Sin embargo, en un ajuste saludable el niño se esfuerza por compensar el órgano inferior. Adler (1926/1988c) sugirió que los niños con oídos defectuosos pueden compensar esa deficiencia con el desarrollo de una capacidad musical, como Beethoven, quien siendo adulto se quedó completamente sordo. Las últimas investigaciones revelan que la gente con deficiencias visuales de color o auditivas compensan estas inferioridades de órgano, confirmando la teoría de Adler (Overton, 1958). Por supuesto, no todo aquel que tenga un órgano deficiente, es capaz de compensarlo de manera exitosa. No obstante, el intento por hacerlo dirige la motivación. Si fracasa la compensación, el individuo puede desarrollar un sentido de incapacidad que el de inferioridad no puede superar, por ende, un complejo de inferioridad.


IMPULSO AGRESIVO

El segundo término que Adler empleó para este proceso, conforme evolucionó su teoría, fue el impulso agresivo. El esfuerzo hacia el sentimiento más alto puede tomar la forma de pelear o crueldad, o puede ser expresado en una forma más socializada como competencia atlética u otro esfuerzo para dominar, incluida la política. Es en este sentido que hablamos de los “deportes agresivos” o una “campaña agresiva” o incluso un “acuerdo de negocios agresivo”. Conscientemente, el impulso agresivo puede ser experimentado como enojo.

PROTESTA MASCULINA

En la tercera etapa de su pensamiento, Adler se refirió a la protesta masculina, una afirmación de la masculinidad que implica una mayor competencia, superioridad y control. Tales rasgos como agresividad y actividad son vistos como masculinos, donde la sumisión y la obediencia son femeninos. Adler notó que los roles sexuales tradicionales en la cultura, los cuales dan a las mujeres una posición subordinada, contribuyen a experimentar la protesta masculina. No aceptó los roles sexuales de su cultura como ideal ya que tienen efectos adversos sobre ambos sexos (Adler, 1917/1988a). Escribió críticamente sobre “el mal principal de nuestra cultura, el exceso de preeminencia de la masculinidad” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 55). La crítica de Adler sobre los roles sexuales tradicionales le han ganado la etiqueta de “la primera feminista” (Stein y Edwards, 1998). Las mujeres, como los hombres, son motivadas por la protesta masculina conforme se esfuerzan en contra de las restricciones del menos valorado socialmente papel de la mujer. Pueden resultar problemas físicos, incluidos dificultades menstruales, dificultades con el embarazo y el dar a luz, y desórdenes sexuales. O la protesta masculina puede llevar a las mujeres a estar orientadas hacia una carrera, a casarse tarde o no hacerlo, tener pocos hijos, convertirse en lesbianas o convertirse en monjas como un rechazo a su rol femenino. A pesar de los juicios implícitos en estos “síntomas”, Adler (1978, p. 35) advirtió al terapeuta que “no lleve sus propios juicios de valor acerca de los rasgos masculinos y femeninos al análisis”.

LUCHA POR LA SUPERIORIDAD


En otra etapa del pensamiento, Adler habló de la lucha por la superioridad. No quería decir ser una eminencia, sino el automejoramiento. Quiso decir lucha para lograr lo mejor de la persona de uno, en lugar de luchar por ser mejor que los demás.

ESFUERZO POR LOGRAR LA PERFECCION

El último término que Adler empleó para el proceso es el esfuerzo por lograr la perfección. Quizá más que ninguno de los anteriores términos, éste tiene la connotación de un proceso de crecimiento inherente dentro del individuo. Se refiere al esfuerzo por mejorar lo que es real, en contraste con el perfeccionamiento neurótico (Lazarsfeld, 1991). Los teóricos posteriores, Rogers y Maslow (véanse los capítulos 13 y 14), describieron un proceso que se oye algo similar a la motivación básica de Adler. La llamaron autorrealización.




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